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(EG) DOUG'S VENT (Book 2/2)

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(DX) DESEO REPRIMIDO

 

 DESEO REPRIMIDO


Escrito por: Anónimo

Ilustrado por: Eduardo

 


1. El primer día que concurrí a la Facultad conocí a Miguel y, desde el principio estudiamos e hicimos todos los cursos juntos por unos 6 años. Cuanto más nos frecuentábamos, más me sentía atraído hacia él.
Miguel era un tipo totalmente hetero que poseía varias facetas interesantes: no solamente tenía excelentes dotes artísticas, destacaba en varios deportes, extrema humildad, generoso, dedicado estudiante, extraordinaria memoria y principalmente el mejor amigo que alguna vez tuve en la vida.
 


2. Le gustaba trabajar con aparatos eléctricos, arreglaba cualquier cosa que uno pensaría que ya estaba pronta para tirarla a la basura y en dos toques la dejaba funcionando como si fuera nueva.
Yo sabía que él jamás enfrentaría una experiencia de hombre con hombre. Creo que lo que más me gustaba de él era que fuese tan hetero.
Su cuerpo era algo que me excitaba mucho. No era que luciese como un modelo e, inclusive, casi que no cuidaba su físico, como ir constantemente a un gimnasio o tener cuidado con la alimentación, pero poseía una estructura privilegiada que le había concedido un cuerpo que llamaba la atención.


3. Medía 1,80 de estatura y pesaba unos 80 a 85 kilos. Tenía piernas perfectas y muy gruesas, un hermoso pecho que hacía hinchar a sus camisas. Siempre usaba pantalones bastante ceñidos, sin ser apretados, de esos que calzan muy bien bajo el trasero llenando su pantalón muy bien. Al frente mostraba un llamativo bulto que, para mi, era la parte preferida en su cuerpo y que siempre me acompañaba en mis frecuentes masturbaciones y sueños.
A pesar de su gran auto confianza, siempre pedía mi opinión sobre como le quedaba tal o cual ropa, tiempo que yo aprovechaba para mirar su cuerpo con atención.


4. Sus bíceps eran musculosos, dedos largos y grandes manos y pies. He escuchado decir que los hombres con dedos largos y manos grandes y pies, también tienen un buen pene. Por el aspecto como abultaba su entrepierna bajo su pantalón, debe ser verdad. Yo nunca lo vi totalmente desnudo, lamentablemente.
Lucía bien tanto sea estando de pie como sentado y se movía con gran agilidad y gracia en su mesa de estudio, caminando, acostado, como fuese.
Usaba el cabello bien corto y, en definitiva, lucía estupendo en todo momento.


5. Nuestra amistad era inquebrantable. Demostraba mucha afinidad y cariño constantemente. Siempre estaba dispuesto a ayudar y a ofrecerse para colaborar con cualquier cosa que precisase. Muchas veces tuve ganas de decirle cómo me sentía respecto a él pero nunca tuve el coraje suficiente porque sabía que estaba fuera de mis límites y de los de él.
Tanto Miguel como yo, actualmente, estábamos casados pero nos reuníamos frecuentemente y me contaba de todas las chicas que había tenido y lo qué le gustaba de una o de otra. Varias veces le dije que debería haber por ahí varios Miguelitos que aún no conocíamos.


6. En todos los años que estuve casado, a pesar de tener una gran admiración por Miguel, yo nunca había tenido sentimientos por hombres, antes que él apareciese en mi vida.
Cuando terminamos los estudios, cada uno de nosotros tomó un camino diferente viviendo en la misma ciudad pero bastante distante uno del otro, aunque siempre nos hemos mantenido en contacto telefónico o e-mails y algunas veces nos encontrábamos para cenar o tomar unas cervezas. Extrañaba mucho no poder estar todos los días cerca de Miguel


7. Mi esposa tuvo que viajar por una semana para asistir a un curso de la empresa donde trabajaba y, como es obvio, me dejó una lista de tareas para mí cumplir. Entre ellas, el más complicado para mí era que había que solucionar el problema del calentador de la casa que no estaba funcionando bien.
Inmediatamente me acordé de las dotes de Miguel con los arreglos de electro-domésticos y lo llamé para ver si podría hacer alguna cosa para sacarme esa tarea de encima.
Como siempre, su buena voluntad prevaleció y me dijo que vendría al día siguiente.
Me sentía muy contento de poder estar otra vez más con Miguel, al punto que me costó conciliar el sueño esa noche.


8. Al día siguiente, apenas habían pasado las 7 de la mañana y escuché que el timbre llamaba. No me quedaba duda que sería Miguel que había llegado y salté de la cama para ir a atenderlo.
No me preocupé de vestir nada porque la confianza entre ambos era enorme y no me preocupaba que estuviese vistiendo solamente mi boxer.


9. Al abrir la puerta me encontré con la tremenda sonrisa de mi amigo a pesar que yo le reclamaba que hubiese venido casi de madrugada a despertarme. Sabiendo que se trataba de una broma se abalanzó sobre mi y me saludó con un apretado abrazo que me hizo sentir muy bien.
Le ofrecí que pasase y conversamos algo mientras preparaba un café.
Una vez pronto, nos sentamos y charlamos mientras desayunábamos.
Como siempre, estaba muy elegante y me dijo que había traído ropa para cambiarse y atender la tarea requerida.


10. Mientras yo terminaba de ordenar la cocina luego del improvisado desayuno, Miguel aprovechó para cambiarse la ropa que traía puesta por las prendas de trabajo. Me  preguntó si podía cambiarse ahí mismo y le dije que no había problema porque no había nadie más en la casa. Sin esperar más nada, comenzó a quitarse su ropa para reemplazarlas con la que había traído para trabajar.


11. Aunque no quería ser indiscreto mientras se cambiaba, pude verlo cuando se quitaba su camisa y su pantalón quedando vestido solamente con su boxer.
Mientras lo hacía, me ponía al tanto de las últimas novedades y charlábamos tan animadamente como si no hubiese transcurrido el tiempo desde nuestra época de estudios hasta ese momento. Era usual que sus relatos siempre incluyese alguna broma o suceso gracioso que me provocaba mucha risa y alegraba el ambiente.


12. Cuando finalicé de ordenar la cocina, Miguel continuaba vistiéndose y aproveché esa oportunidad para poder mirarlo con mayor detención mientras escuchaba sus interesantes y floridos relatos que, casi siempre terminaban con algo cómico que, sin duda nos haría reir animadamente.
Yo también decidí vestir un shorts y una camiseta mientras Miguel terminaba de vestirse.


13. Pude recrear mis ojos ante su aspecto impactante: un jeans cortado y desgastado con una camiseta ajustada que lucía muy nueva y que le sentaba perfectamente bien resaltando cada milímetro de su musculosa figura. Por favor!!! pensé para mí, casi había olvidado lo bien que lucía. Sus ajustado shorts le quedaban pintados y le hacían resaltar el prominente bulto que se mostraba entre sus piernas, resaltado por un agujero cerca de su entrepierna que invitaba a escudriñar hacia adentro e invitaba a meter algún dedo por el orificio.


14. Comentó que hacía tiempo que no usaba esos jeans porque le quedaban un poco ajustados, pero cuando salió de su casa, fue la única ropa de trabajo que estaba limpia y no tuvo otra opción. Por más que quisiese hacerlo ver como casual, en el fondo yo quería imaginar que los había elegido especialmente para mí y poder mostrarme su increíble físico que sabía que tanto me atraía. Me dijo que la camiseta la estaba estrenando y se la había obsequiado un compañero que la había conseguido de un show al que había concurrido el mes pasado pero que, a pesar que le gustaba mucho, como era un poco chica no la podría usar como ropa casual.


15. Una vez pronto, Miguel se ofreció para ir a ver el "enfermo", agarramos sus herramientas y le recordé dónde estaba. Como conocía perfectamente el camino, lo dejé caminar delante de mí para poder apreciar su fabuloso cuerpo moviéndose con tanta gracia y agilidad. Sus jeans estaban desgastados en el trasero mostrando algo de su ropa interior.


16. Sin esperar ni un segundo, se agachó para poder observar dónde podría estar el origen del defecto que yo le había contado. Lógicamente, yo aproveché para mirar el tentador inicio de la separación entre sus glúteos que asomaba bajo su ropa interior al agacharse. Me dijo que tendría que ser su ayudante y me pidió que le acercase su caja de herramientas mientras él posicionaba la tabla rodante que había traído consigo y la deslizó debajo del calentador. Observar cómo se movía el perfecto trasero de Miguel me recordó una vista que yo había apreciado durante tanto tiempo.


17. Al acostarse en la tabla debajo del calentador pude tener la visión de su masivo bulto sexual debajo de sus viejos y gastado jeans. Mientras se posicionaba buscando el origen del problema en el calentador, a pocos centímetros de donde yo estaba, su bulto se movía sensualmente provocando que mi pene se sintiese estimulado mientras lo observaba moverse, generando todo tipo de fantasías en mi mente. Me tomó mucho esfuerzo reprimirme y no agarrar semejante muestra de masculinidad y sensualidad.


18. Como dije anteriormente, yo sabía perfectamente que Miguel era totalmente hetero y eso me dejaba todavía más cachondo porque no cabía duda que no podría hacer nada para insinuarme o aproximarme.
Mientras mis pensamientos sobre su cuerpo me invadían, Miguel giró sobre su estómago revelando lo maravilloso que era su trasero que se movía de una forma tremendamente sensual que enloquecía mi cerebro y todo mi cuerpo.


19. Nuevamente Miguel giró sobre su espalda dejando a la vista el tentador bulto en su entrepierna. Intentando colaborar, le pregunté si había alguna forma que pudiese ayudarlo. Respondió afirmativamente y que le parecía que el piso estaba un poco en desnivel y que le vendría bien que agarrase el carrito rodante para que no se deslizase tanto.


20. Miré para el carrito y el único lugar de donde lo podía agarrar era entre sus piernas. No podía creer lo que me estaba pidiendo y llevando mi mano hasta el borde de la tabla, lo agarré fuertemente. Le pregunté si ahí estaba bien y me respondió que sí, que ahí le parecía perfecto y, como siempre, tuvo que terminar con alguna de sus bromas, moviéndose un poco y presionando mi mano con su abultada entrepierna.


21. La posición de mi mano, tan cerca de su cuerpo no solamente hacía que yo me excitase sino que me pareció sentir que el miembro de Miguel se endurecía un poco, empujando la tela de su pantalón creando un montículo tentador que hacía que cada vez me fuese más difícil contenerme.
Yo movía mi mano levemente para permitir que mi brazo se apoyase sobre su pantalón y crear en mi imaginación una sensación de aproximación a mi amigo que me había atraído por tanto tiempo y que nunca me había permitido manifestarme.


22. Poco tiempo después Miguel me dijo que había encontrado dónde podría estar el defecto del calentador. Parecía que había una pequeña filtración y que al llenarse hacía falso contacto entre los conectores provocando el mal funcionamiento. Me pidió que le alcanzase de su caja de herramientas una llave grande para tuercas para poder quitar la tapa de los conectores.


23. Y agregó que volviese rápido porque lo había mal acostumbrado sujetando el carrito y que cuando lo soltaba, nuevamente comenzaba a deslizarse. Entre sonrisas me arriesgué a preguntarle si era sólo eso que se había mal acostumbrado y me respondió que el apoyo que le estaba dando no solamente era muy eficiente sino que también era muy agradable. Reímos, pero en el fondo me pareció que estaba reconociendo y aceptando lo que estaba pasando.


24. Busqué en la caja de herramientas y rápidamente pude encontrar la llave que me había pedido. Se la mostré y le pregunté si era esa la que quería y asomando su cabeza por debajo del calentador me dijo que sí y me agradeció por ser tan excelente colaborador. Le pregunté donde la dejaba y me dijo qu ela dejase bien a mano, en cualquier lugar, menos en el suelo porque el carrito se deslizaba y si quedase debajo no la podríamos alcanzar.


25. Pensando en haderle una broma, se me ocurrió dejar la llave sobre el cuerpo de Miguel espernado su reacción de protesta. La deposité suavemente sobre su entrepierna y le pregunté si ahí le parecía que estaba bien, pensando que me iba a decir cualquier cosa que mostrase su incomodidad. Sin embargo, me respondió que si, que estaba bien, perfecto, agregó y creo que hasta pude escuchar una sonrisa contenida.


26. Cuando me dijo que le alcanzase la llave porque la iba a precisar en ese momento, la tomé sin pensar en nada más y, al agarrarla, pude sentir la firmeza de su miembro por debajo de su ropa. Demoré una fracción de segundos, pero no quise ser agresivo ni arriesgarme a que descubriese mis pensamientos privados. Dejando que mis dedos se deslizasen lentamente por sobre su firme sexo, agarré la llave y se la entregué.


27. Me agaché un poco para ver si podía colaborar con Miguel y al mismo tiempo, acercarme un poco más a su tentador cuerpo.
En ese preciso momento, Miguel exclamó "Mierda!!!" y se deslizó de debajo del calentador y me di cuenta que un chorro de agua con herrumbre y, tal vez, con grasa y suciedad había escapado del equipo y ensuciado su camiseta nueva.


28. Miguel se sentó en su tabla rodante y no pude evitar ver los sensuales movimientos en su entrepierna cuando se incorporó.
Con mi mente totalmente distraída por las imágenes que estaba viendo, no me di cuenta que Miguel me estaba pidiendo que le alcanzase algo con qué limpiarse. Levantó un poco su tono de voz lo que hizo que interrumpiese los pensamientos que anulaban mi cerebro.


29. Agarré un paño y dándome vuelta vi que se había puesto de pie. Él miraba su camiseta mientras yo trataba de limpiarlo frotando la toalla sobre la mancha. Poder pasar mi mano libremente por sobre el voluminoso pecho de Manuel era uno de mis sueños cumplidos. Sentía que mi miembro se endurecía bajo mi pantalón.
Miré a los ojos de Miguel y parecía que no le importaba que le estuviese frotando su pecho.


30. Tomé su camiseta por la cintura y comencé a quitársela. Le dije que era mejor que se la sacase para poder meterla en agua caliente con jabón, Miguel estuvo de acuerdo y se la terminé quitando totalmente.
 El sucio líquido había pasado también a través de la camiseta y manchado su musculoso pecho. Llené un recipiente con agua caliente y detergente para ropa donde sumergí la camiseta y la refregué un poco.


31. Continué a limpiar la mancha en su pecho. Me di cuenta que sus tetillas se habían endurecido y aumentado de tamaño.
Miguel permanecía de pie mirándome atentamente con una extraña sonrisa en sus labios.
Mientras él mismo se limpiaba sus manos, me preguntó qué íbamos a hacer con la camiseta y le dije que la dejaríamos un poco en remojo y luego le daríamos un buen lavado en el lavarropas.
 


32. Estuvo de acuerdo y fuimos juntos hacia donde estaba el lavarropas. En un momento de descuido, aproveché para acomodar mi pene porque mi erección estaba demasiado notoria y me estaba doliendo.
Colocamos la camiseta en el lavarropas, el jabón y el acondicionador, cerramos la puerta y la encendimos.
 Miguel se recostó contra el lavarropas. Dijo que le resultaba divertido cómo se sacudía y ambos reímos.


33. Yo tenía mis ojos fijos en su entrepierna que se movía de forma llamativa cuando la máquina comenzó a trabajar.
Cuando terminó de limpiar sus manos, Miguel me devolvió la toalla que había utilizado para limpiarlo y con una sonrisa descarada, preguntó si podía terminar de quitarle el resto que había quedado sobre su pecho. Sin dudarlo nuevamente volví a mi anhelada tarea.


34. Vi que parte del líquido había escurrido sobre su abdómen y que estaba a punto de alcanzar el borde de sus pantalones. Se lo señalé e inmediatamente desprendió la cintura de sus shorts y lo abrió al frente dejando a la vista su boxer distendido por la presión que su miembro estaba haciendo desde dentro.
Con una sonrisa muy pícara en sus labios me preguntó si yo le podría limpiar ahí también, antes que el líquido ensuciase toda su ropa.


35. Sin ningún lugar a dudas, así lo hice mientras mi cuerpo se estremecía de placer.
Abrí un poco más su pantalón y tomándolo de la cintura lo bajé un poco más permitiéndome ver las fabulosas formas y tamaño que su miembro tenía dentro de su ropa interior. A ese lugar le dí más atención que cualquier otro lugar que jamás haya limpiado antes.
Sus shorts se deslizaron sobre sus piernas y terminaron por caer al piso.


36. Miguel agradeció por haberlo ayudado a limpiar ese desastre. Me quitó la toalla y su mano quedó sobre la mía mientras acariciaba su firme abdómen. Lo miré a los ojos con una mirada un tanto confusa en mi cara. Miguel me sonrió y me preguntó si yo le había dicho que mi esposa estaría viajando durante el fin de semana. Le confirmé que si, que lo había dicho e hice una larga pausa en tanto que nuestras mentes habían comenzado a forjar sus propios planes.


37. Entonces arrastró mi mano hasta su miembro mientras me decía qué bien que le hacía sentir el contacto de mi mano sobre su sexo. Lo miré a los ojos y antes que pudiese abrir la boca me dijo que nos conocíamos desde hace muchísimo tiempo y que yo sabía que él nunca haría eso con nadie, pero que había tenido unos sueños donde ambos hacíamos algunas cosas...


38. Comenzamos a besarnos lenta y suavemente. Pronto, sentí la lengua de Miguel penetrando mi boca y metiéndose en lo más profundo de la misma, ávidamente.
Yo no podía creer lo que estaba sucediendo. Acaricié su sexo con una mano mientras con la otra empujaba su nuca con fuerza para que su beso fuese más intenso.


39. Terminé el beso para comenzar a besar su pecho, sus tetillas. Seguí la masculina línea de vellos desde su pecho hasta su ombligo y terminé arrodillado frente a él. Mientras me deslizaba hacia abajo, mis manos acariciaban sus caderas y muslos perdidamente, no pudiendo creer que el sueño de casi toda mi vida se estaba convirtiendo en realidad.


40. Una vez de rodillas ante Miguel, recosté mi mejilla a su exuberante miembro debajo de su fino boxer y pude observar que de tiempos en tiempos su miembro se movía con cortos pulsos que mostraban que su excitación estaba muy presente. También pude sentir una zona húmeda de líquido pre-seminal cerca de la punta de su glande que me confirmaba que Miguel estaba disfrutando del momento tanto como yo también lo estaba.


41. Nuevamente me puse de pie y en cuanto me paré Miguel me quitó mi camisa para luego desabotonar la cintura de mi pantalón y bajar la cremallera lentamente. Su mano se apoyaba sin discresión sobre mi miembro, también excitado, rígido y candente que imploraba para ser liberado de mi boxer.

 
42. Sus manos firmes y fuertes tomaron la cintura de mis bermudas y lo fueron bajando por mis muslos entre caricias y besos que aumentaban aún más mi nivel de excitación.
Los pantalones cayeron sobre mis pies mientras las hábiles manos de Miguel acariciaban mis piernas y de tiempos en tiempos rozaban mis genitales una y otra vez llevándome a lugares donde mi mente nunca había estado.


43. Sentí sus cálidas manos agarrando la cintura de mi boxer y bajarlo lentamente.
Mi pene saltó hacia adelante firme y vibrante. Un placer inigualable me invadió y mirándolo directamente a los ojos comprendí que él también estaba dominado por el deseo intenso de ese momento tanto como yo.


44. En ese momento comenzó uno de los ciclos giratorios intensos en el lavarropas. Miguel se sentó sobre el mismo haciendo que todo su cuerpo se sacudiese junto con la máquina.
Ésto lo excitaba más, cuyo miembro no paraba de crecer. Yo sabía o imaginaba que era grande, pero no tenía idea que era tan grueso y largo como lo estaba viendo en ese momento, brillando y firme como piedra.
Le quité su ropa interior y comencé a jugar con sus enormes bolas y pene que se sacudían en mi mano al mismo ritmo que el lavarropas.


45. Era el complemento perfecto para un cuerpo tan desarrollado y con tanta energía como el de Miguel. Aún sentado sobre el lavarropas, coloqué mi boca rodeando su tentador y firme miembro, lamiéndolo y encariñándome con él mientras mis manos jugaba con sus bolas y muslos. Miguel tiró su cabeza para atrás y tras un profundo y largo suspiro me dijo que deberíamos haber hecho ésto muchos años atrás.
Miguel balanceó sus caderas hacia adelante y hacia atrás haciendo que su pene penetrase y retrocediese dentro de mi boca. Mientras hacía ésto, cada vez se movía más y más rápido al mismo tiempo que suspiraba y gemía cada vez más alto.


46. Agarré su trasero fuertemente haciendo que su pene se alojara lo más profundo posible dentro de mi boca.
Entre fuertes gemidos y suspiros Miguel me avisó que estaba a punto de gozar. Tratando de retirar su miembro de mi boca, lo envolví fuertemente con mis labios y mano y no dejé que lo retirara.
Lo masturbé con intensidad mientras Miguel gemía de placer.


47. Sentí el primer chorro de semen golpeando profundamente en mi garganta. Cuanto más firme yo apretaba mi boca sobre su miembro, más profundo Miguel invadía mi garganta y su orgasmo continuaba lanzando chorro tras chorro dentro de mi boca.
Yo ya no podía contener tal volumen de semen dentro de mi boca y comenzó a escurrirse por entre mis labios.


48. Cuando Miguel terminó de gozar me dijo qué increíblemente bien se había sentido y que nunca había gozado tanto en toda su vida. Fácilmente pude imaginarme que eso era un gran elogio porque conocía el pasado de mi amigo y sabía que había estado con infinidad de chicas en toda su vida.


49. Miguel me abrazó y me dio un impresionante beso empujando su lengua dentro de mi boca y saboreando su propia carga de blanco néctar. Mientras lo hacía escuché que suspiraba intensamente saboreando su propio precioso líquido.
Cuando terminamos de besarnos, Miguel pasó su brazo sobre mi hombro y comenzó a caminar para fuera de la lavandería.


50. Sin separarnos, me condujo hasta llegar a mi dormitorio.
Miguel me hizo recostar en la cama y me miró con una amplia sonrisa mientras su masculino rostro se dirigía hacia mi pene.
Abrió sus labios y permitió que penetrase su boca completamente.
Miguel comenzó a masturbarme furiosamente mientras chupaba ávidamente mi miembro conduciéndome a un furioso orgasmo que descargó completamente dentro de su boca mientras Miguel con su respiración agitada suspiraba de placer.


51. Luego se deslizó sobre mí, besando mis labios compartiendo conmigo el semen con el que yo recién había llenado su boca.
Cuando nuestro beso se fue tranquilizando nuestros cuerpos estaban extenuados por el cansancio, Miguel rodó sobre mí y quedó recostado a mi lado.
Quedamos de frente uno para el otro y nos miramos directamente a los ojos sin creer en lo que acabábamos de hacer.

 
 
52. Miguel me preguntó qué estaba pasando por mi cabeza. Le dije que había querido hacer ésto hace mucho, muchísimo tiempo y cómo me iba al baño a masturbarme en cualquier pausa de nuestros estudios.
Acariciando mi rostro, Miguel me dijo que muchísimas veces había pensado en que hiciéramos ésto juntos pero que nunca quiso arriesgarse para no estropear nuestra amistad y nuestros estudios.
Nos dimos un beso especial y duradero mientras continuábamos uno en los brazos del otro.


53. Me preguntó cómo eran los sueños que tenía con él. Sin pensarlo dos veces le respondí que nos veíamos abrazados y apasionados uno en los brazos del otro, mientras nos acariciábamos, besábamos y teníamos sexo desenfrenado.
Me puse nuevamente mi ropa interior y Manuel hizo una pausa enorme. El silencio repercutía en mi cabeza mientras trataba de entender su expresión facial.


54. Aún en la cama, al ver que yo me estaba vistiendo Miguel también se puso su boxer. Lo miré y admiré cada parte de su cuerpo. Mientras se acomodaba y trataba de colocar su  descomunal miembro en una posición que la ropa lo cubriese, intencionalmente demorado, me estaba dando tiempo para que lo mirase; se estaba exhibiendo para mi!


55. Agarró mi mano transmitiendo un cariño increíble y la llevó hasta su pene. Sentí que un calor inmenso me invadía. Habló y me dijo que era similar a lo que pasaba por su mente, también ...pero que no le parecía que estuviese pronto para eso ...aún. Me dijo que le gustaría intentarlo aunque no sabía cómo reaccionaríamos después, tanto él como yo, que le gustaría verme sentado sobre su cuerpo con mis piernas rodeándolo y apretándolo como si estuviese montando sobre él.


56. Mientras hablaba, se deslizó en la cama quedando acostado y con cara inocente y deseo, con voz muy baja, Miguel me confesó cómo le gustaría que yo montase su cuerpo, ...inclusive podría quedarme con el boxer puesto. Miró a mis ojos aguardando mi reacción.
Sin contestarle, me dispuse a montarlo y sujetándome de su pecho, pasé una pierna sobre su cuerpo y me posicioné de frente a él.


57. Un poco sorprendido, me quedó mirando con ansiedad y expectativa mientras yo lo observaba y analizaba lo que había dicho. Sentí que su miembro estaba quedando rígido nuevamente, al igual que el mío y lentamente me fui acercando hasta que nuestros sexos entraron en contacto.
No existen palabras para explicar lo que yo estaba sintiendo, ni la paz y deseo que se dibujaba en sus facciones.


58. Empecé a mover mi cuerpo lentamente hacia adelante y hacia atrás permitiendo que ambos miembros se frotasen y acariciasen aumentando nuestro deseo y disfrutando del momento.
No quise forzar la situación, me detuve, nos miramos fijamente a los ojos y esbozando una sonrisa le dije que si su cabeza aún no sabía como reaccionaría, su cuerpo nos estaba mostrando que sí lo sabía.


59. Rió con ganas y acarició mi rostro mientras yo desmontaba su cuerpo y me recostaba en la cama a su lado. Desde donde estaba pude contemplar su físico maravilloso y observaba la intensidad de la erección que estaba teniendo. Yo tenía unas ganas tremendas de agarrarlo pero pude contenerme ...con gran esfuerzo.


60. Miguel continuó acariciando mi cuello y mi espalda. A veces llegaba hasta mi trasero y recorría mis glúteos como estudiándolos, deseándolos, conociéndolos...
Dentro de mí yo deseaba que se animase a profundizar más nuestra experiencia y esperaba que él también tuviese el mismo deseo pero me limité a dejarlo regocijarse con lo que estaba haciendo ahora.


61. El silencio se interrumpió cuando me sorprendió diciendo que sus sueños no eran muy diferente de los míos. Y diciendo ésto, se incorporó y recostó sobre mí a lo largo de todo mi cuerpo. Sentir el peso de ese físico privilegiado, reconocer cada una de sus partes en contacto con mi espalda, en mi trasero, en mis piernas era una sensación indescriptible. Sentí que su miembro se amoldaba entre mis nalgas y empujaban mi boxer. Su respiración agitada me decía que estaba queriendo más... y yo también.
Su boca se acercó a mi oído y me dijo que no podía esperar más, que por favor le dijese si estaba preparado para que arriesgásemos más.
No dudé en decirle que si, acompañado de un suspiro y rodeado de un deseo incontenible.


62. Con rápidos movimientos nuestras ropas ya no fueron más obstáculo entre nuestros cuerpos y sentí que su miembro, firme, caliente y húmedo se volvía a apoyar sobre mi trasero.
Los movimientos que hacía sólo contribuían a encender más la pasión que nos estaba envolviendo.
Le dije que no aguantaba más y que quería sentirlo dentro de mi.
No me cabe duda que esas palabras hicieron que su polla quedase más dura aún y que se hinchase de tesón y erotismo.


63. Al principio, muy dolorosamente, pude sentir cómo su glande trataba de abrirse camino por el agujero de mi ano y que yo solamente tenía que relajarme un poco para permitirle que entrase.
Después de unos pocos intentos el tronco glorioso de Miguel encontraba su camino hacia el interior de mi virgen trasero.
Por un instante, el dolor fue casi insoportable. Lágrimas se deslizaban de mis ojos y de repente, pude relajarme al máximo y me dio la indescriptible sensación de sentir ese inmenso tronco invadiendo un lugar dentro de mí que sólo mi gran amigo conocería.


64. Por varios minutos el vaivén de su imponente cuerpo sobre mi espalda fue aumentando de ritmo y provocando que su rígido miembro llegase a puntos insospechados que ni yo mismo sabía que existían dentro de mi.
Pude sentir sus  vellos púbicos rozando sobre mis nalgas mientras que su pene continuaba brindándome el más profundo de los placeres que jamás antes había sentido.
Nuestros gemidos y jadeos resonaban por la habitación y sus movimientos se hacían cada vez más intensos. Escuché su voz junto a mi oído diciéndome que estaba a punto de gozar. Le pedí que tratase de aguantar un poco más pero no dio el tiempo y sentí que varios chorros de semen me bañaban por mi interior.



65. La habitación quedó en un silencio profundo sólo entrecortado por nuestras respiraciones agitadas y profundos suspiros. El cariño y delicadeza que me transmitía era algo que me tomó por sorpresa, no lo estaba esperando. Era el colmo de la felicidad.
Aún relajadamente acostado sobre mi, Miguel me dio un significativo y demorado beso en la mejilla y me pidió disculpas por no haber podido aguantarse más. Antes que pudiese responder, agregó que no debíamos preocuparnos porque tenía la plena seguridad que, si lo deseábamos, habríamos de encontrar pronto muchas oportunidades para que volviésemos a estar juntos.


66. Permaneció a mi lado y parecía dispuesto a hablar sobre algo específico, pero no se decidía. Yo quería decirle muchas cosas, también, y sentí que Miguel también me quería decir y contar lo que estaba sucediendo con él.
Me sugirió qué me parecía si tomábamos una ducha, saliésemos a tomar una cerveza para tener oportunidad de charlar y si me parecía bien que el arreglo del calentador lo dejáramos para el día siguiente o cuantos días fuesen necesarios hasta que "todo" estuviese funcionando a la perfección.



67. Me sorprendió con esa expectativa y nuestros rostros se iluminaron con sendas sonrisas que confirmaban que nuestra gran amistad, aún mas intensa que lo que había sido durante tantos años, había sido sellada en ese momento y para siempre.
Solamente le respondí que me parecía perfecto y que nos pusiésemos en camino que las cervezas nos estaban esperando.



Fin de la Historia


DESEO REPRIMIDO


Escrito por: Anónimo

Ilustrado por: Eduardo

2 comments:

D. said...

Ho story. Great images. Thanks for posting!

The Gay Cartoons said...

I'm glad you liked.
Thanks for your mesage and for your visit.
Abrazos.