PINTANDO
Written by: Anónimo
Illustrated by: Eduardo1. El calor era tremendo y el trabajo del día había sido extenuante. Martín se sentía muy feliz por llegar a la casa a donde recién se había mudado, mismo sabiendo todos los arreglos que todavía le faltaban por hacer.
Antes que nada, sería necesario ponerse más cómodo para recién después pensar por dónde empezar. Por lo menos el mobiliario básico ya estaba en su lugar y la limpieza había quedado bien hecha. O sea que, en el interior de la vivienda no quedaba mucho más por hacer.
2. Lo que más le molestaba era la pintura de las ventanas que daban para el patio interior antes que llegasen los muebles, porque el resto podía ser hecho con tiempo. Martín no quería pasar todo el tiempo pintando y tener que comenzar la próxima semana cansado, como había sucedido en los últimos días.
3. Si por lo menos hubiese encontrado alguien a quien encargar esa tarea, todo hubiera sido más fácil. Pero por más que buscó, no tuvo suerte, porque el inicio de la temporada estaba cerca y todos estaban con trabajos empezados.
4. Resignado, él mismo pintaría y después se dedicaría a descansar todo el resto del fin de semana. Pero bien, sacarse la incómoda ropa de la oficina, haría que la tarea que tenía que enfrentar no pareciese tan pesada.
5. Martín pensó que tener algún amigo que lo acompañase con el trabajo lo haría menos penoso. Pero por un motivo o por otro, todos estarían ocupado en el fin de semana y, en consecuencia, tendría que hacerlo solo.
6. Martín escuchó que llamaban en la puerta del frente y se imaginó que vendrían a entregarle la pintura que había encargado.
Sin preocuparse que estaba en ropa interior y su camisa desprendida, fue a atender el llamado.
7. Se sorprendió al ver que quien vino a hacer la entrega de la pintura era el mismo empleado que lo había atendido cuando fue a comprarla.
Pablo, que era el nombre del recién llegado, era una persona muy agradable y siempre que Martín había ido a la tienda, él se había preocupado por atenderle con mucha dedicación.
8. Martín lo recibió muy cordialmente y pidió disculpas por no estar adecuadamente vestido pero recién había llegado de la oficina y estaba cambiándose cuando escuchó que llamaban a la puerta. Pablo le dijo que no se preocupara porque estaba en su casa y tenía todo el derecho de estar como él quisiese. Además, agregó, que con el físico que tenía, podía andar así por las calles que nadie se iba a molestar.
9. Ambos rieron de la ocurrencia pero Martín observó que la mirada de Pablo quería decir alguna cosa más. O tal vez, fuese fruto de su imaginación, porque desde la primera vez que Martín había ido a la tienda, Pablo lo había atendido con gran deferencia y, realmente, le gustaba poder verlo y apreciar que lo mirase de forma diferente. Para salir de dudas, Martín lo invitó a pasar con la excusa de mostrarle lo que había que pintar.
10. Martín comentó que tendría que pintar el fin de semana porque el Lunes vendrían a colocar los vidrios y que no había podido encontrar a alguien que viniese a hacer el trabajo. Sin esperar a que terminase de contarle, Pablo se ofreció él mismo a hacerlo pues ya había terminado su horario de trabajo y pintar era una tarea que le gustaba muchísimo.
11. Martín aceptó de buen agrado no solamente porque habría encontrado a alguien que le hiciese ese trabajo que a él le desagradaba tanto, sino que también tendría la oportunidad de estar más tiempo con una persona tan interesante como Pablo. Estaba muy contento con la propuesta y deseaba muchísimo que ese ofrecimiento tuviese alguna otra intención un poco más personal; y se propuso que antes del final del día lo averiguaría.
Pablo comenzó a preparar el material para iniciar el trabajo de pintura.
12. Al llegar a su cuarto, Martín pudo observar por la ventana cuando Pablo se quitaba su camiseta y quedó impresionado por el excelente físico de éste. Quedó mirándolo por un buen tiempo y una leve excitación le invadió su cuerpo. Martín se dio cuenta de la fuerte atracción que le generaba Pablo y sintió cómo su miembro se excitaba con la visión que tenía frente a sus ojos.
13. De repente, Martín se dio cuenta que Pablo no estaba con ropas de trabajo adecuada, y entonces le ofreció si quería ponerse unos shorts para no ensuciar su pantalón.
Pablo le respondió que si, que sería conveniente pero que ya había salido de su horario de trabajo en la tienda y que no había traído ninguna ropa para cambiarse.
Martín, rápidamente le dijo que él le prestaría alguna de las suyas y le ofreció que entrase.
14. Pablo lo siguió hasta su dormitorio mientras Martín buscó solamente unos shorts dado que con el calor que estaba haciendo no sería necesario una camisa, ni siquiera una camiseta y, al mismo tiempo le permitiría apreciar el físico de su inesperado ayudante.
Sin dudarlo un instante, Pablo comenzó a quitarse sus pantalones mientras Martín observaba como sus gruesos muslos aparecían paulatinamente, mientras los pantalones se deslizaban hacia abajo, aumentando su atracción y excitación.
15. Una vez que se hubo quitado sus pantalones, Pablo tomó su ropa interior por la cintura y, al comenzar a bajársela, se detuvo y pensó que, tal vez, no debería quitárselo porque, al hacerlo quedaría totalmente desnudo y estaba teniendo un principio de erección que resultaría un poco arriesgado.
16. Pablo volvió a acomodar su ropa interior y tomó los shorts que Martín le había ofrecido y acercándolo a su frente, sospechó que era un tamaño menor que lo que acostumbraba a usar. Ante la atenta mirada de Martín, ambos se sonrieron y se encogieron de hombros aceptándolo.
17. A seguir, se puso los shorts que Martín le había ofrecido y con un poco de dificultad consiguió subírselos totalmente dado que Martín era un poco más delgado que él.
Una vez que terminó de ponérselos, Pablo levantó su mirada y observando el rostro de Martín, le preguntó si le parecía que así estaba suficientemente decente como para hacer el trabajo que tendría que hacer.
18. Dando una risada, Martín le respondió prácticamente lo mismo que Pablo le había dicho unos minutos atrás: con el físico que tenía, absolutamente nadie iba a reclamar si estaba usando ropa tan ajustada... o mismo si no usaba ropa alguna. Ambos rieron al unísono.
Pablo se retiró del dormitorio mientras Martín lo seguía con la mirada apreciando tan agraciado físico y movimientos masculinos.
19. Martín continuó cambiándose la ropa y le pareció que Pablo estaba observándolo desde el patio; entonces, se demoró lo más que pudo para darle la oportunidad que lo viese mientras se cambiaba.
Lentamente, se quitó su camisa y la arrojó al canasto de la ropa para lavar haciendo tiempo suficiente bajo la atenta mirada del amistoso pintor.
20. Procedió a quitarse su boxer con cuidada lentitud porque sabía que Pablo lo estaría mirando. Los arrojó al mismo canasto donde había puesto su camisa usada.
21. Se puso los shorts que había escogido con cuidado.
Martín podía sentir los ojos de Pablo fijos en su cuerpo y ésto lo dejaba más excitado todavía al punto que le fue difícil acomodar su rígido miembro dentro de la vestimenta que recién se había puesto.
22. Mientras tanto, Pablo, desde afuera podía seguir los movimientos del dueño de casa, admirando su extraordinario físico, que siempre le había llamado la atención pero que nunca antes había podido apreciar como estaba sucediendo ahora.
Martín hizo un tiempo para enfriar un poco su cabeza y fue a donde estaba Pablo. Su comportamiento fue tan natural como antes.
23. Ambos conversaron fluídamente sobre varios temas y con alegría reconocieron que tenían gustos muy similares.
Martín aprovechó la oportunidad para admirar de cerca el cuerpo de Pablo.
24. Su pensamiento quedó truncado cuando escuchó que Pablo le preguntaba si tenía una escalera para llegar más fácilmente hasta el marco superior de la ventana.
25. Martín respondió que si, y rápidamente fue a buscarla. Al volver le comentó que estaba un poco floja, pero si la sentía muy insegura, él se la sostendría para evitar que cayese.
26. Pablo acomodó la escalera y subió a la misma mientras Martín le daba soporte a la misma. Por fuerza del destino (o no!), la mano de Martín quedó agarrando el último escalón, justo en el lugar donde Pablo se recostó.
Pablo pintó todos los marcos superiores de las ventanas para lo cual debía subir y bajar repetidamente para ubicar nuevamente la escalera. Cada vez que lo hacía, su cuerpo rozaba la mano y el brazo de Martín quien, responsablemente, aún sujetaba la escalera.
27. Cuando Pablo hubo terminado con los marcos superiores, Martín se agachó para tomar un pincel y colaborar en la tarea de pintar, quedando sus ojos a la altura de la entrepierna de Pablo. Pero fue inmediatamente detenido por Pablo que le dijo que no tenía que preocuparse por nada, que terminaría solo y que él únicamente tendría que sentarse a descansar dado que recién había llegado del trabajo.
28. Martín intentó argumentar pero Pablo hizo oídos sordos y le señaló una reposera para que se sentara y descansara.
Martín se recostó en la reposera mientras observaba el exuberante físico de Pablo y se deleitaba con lo que sus ojos estaban viendo.
29. Martín observaba con placer los movimientos de Pablo y la perfección de su cuerpo. Una gran excitación le recorrió sus venas cuando Pablo se tiró en el piso para pintar los marcos inferiores y Martín fijó los ojos sobre la voluminosa entrepierna del pintor que se podía ver que estaba exitado.
30. Pablo disfrutaba de las sensaciones que estaba provocando en Martín y se exhibía confiado mientras realizaba su tarea. Se dedicó a hacer su trabajo mientras que Martín, recostado en su reposera no le quitaba los ojos de encima. Ambos hacían lo posible por actuar naturalmente, sin embargo, en el brillos de sus miradas se notaba el creciente interés mútuo de uno por el otro.
Ambos estaban exitados y así lo demostraban sus respectivas entrepiernas; pero ninguno se animaba a encarar la iniciativa.
31. Conversaban sobre cualquier tema y cualquier motivo era válido para incorporarse o acercarse y poder observar al otro con mayor atención.
El tiempo fue pasando y el cansancio del día surtió su efecto sobre Martín que cayo rendido por el sueño.
Los pensamientos de éste mientras dormía, giraban en torno de las imágenes que acababa de presenciar, porque un considerable aumento de su miembro se percibía claramente por debajo del fino tejido de su vestimenta.
32. Aprovechando que Martín se había dormido, Pablo se acercó para poder observar de cerca su tentador cuerpo. Tuvo que hacer esfuerzo para no tocar esa figura excitante y provocativa.
El miembro de Martín se dibujaba claramente por debajo de su ropa y ésto era motivo suficiente para que Pablo se excitase también.
Se agachó a la altura de la reposera para poder examinar de cerca la prominente forma de su entrepierna de la cual no podía apartar su mirada y creaba pensamientos que le invadía su cabeza.
33. Pablo decidió volver a su trabajo pero era inevitable que de tiempos en tiempos se diese una media vuelta para observar a tan estupendo espécimen a escasa distancia de donde él estaba.
El tiempo pasó y el trabajo fue avanzando. Cuando Pablo terminó su pintura, fue hasta donde estaba Martín para despertarlo de su profundo sueño.
Tomándolo suavemente de un hombro, lo sacudió hasta que los ojos de Martín se abrieron y descubrió que lo que había estado soñando no era producto de su imaginación.
34. El leve contacto de la mano sobre el hombro hizo fluir una energía de deseos recíproca en ambos.
Cuando Pablo le dijo que había terminado, Martín se incorporó y observando las ventanas y la puerta, quedó admirado de lo bien que había quedado y la rapidez con que lo había hecho.
35. Pablo le agradeció por los elogios y le comentó que antes de irse, tenía que sacarse algunas manchas de pintura que le habían caído sobre el cuerpo (intencionalmente?).
Inmediatamente, Martín se ofreció a ayudarlo a quitárselas como reconocimiento al buen trabajo realizado. Pablo agradeció el gesto de Martín y, obviamente, no hizo ninguna objeción en contra del ofrecimiento
Entraron en el dormitorio de Martín para buscar un paño para poder limpiar las manchas.
36. Martín comenzó por limpiarle los hombros, donde aparecían algunas pequeñas manchas y fue bajando por la espalda retirando algunas reales y otras inventadas, solamente con el objetivo de acariciar la suave piel de Pablo.
37. Al llegar a la altura de la cintura de sus shorts, Martín se hizo de coraje suficiente para agarrar la cintura de los shorts de Pablo y separarla de su cuerpo permitiéndole ver de cerca unos glúteos redondos y firmes como no recuerda haber visto anteriormente.
38. No queriendo ser abusivo, Martín pasó a la parte de atrás de las piernas y de los muslos.
La mano de Martín se deslizaba suavemente entre las gruesas piernas de su improvisado ayudante y en más de una oportunidad, dejó que el dorso de su mano rozase su voluminoso sexo.
39. Al darse cuenta que Pablo estaba aceptando estas sucesivas caricias, Martín decidió arriesgar bastante más y subiendo hacia su espalda le bajó su vestimenta aduciendo que habían allí algunas manchas que se le habían pasado anteriormente.
Pablo sonrió y lo miró de reojo mientras Martín acariciaba la parte superior de los firmes glúteos simulando un cuidado intensivo de las (inexistentes) manchas.
40. Una vez que terminó de limpiarle la espalda y la parte de atrás de las piernas, Martín le ofreció a Pablo para que él mismo continuase con el frente a lo cual Pablo le respondió que él podía seguir haciéndolo, porque él lo estaba haciendo muy bien y que ni él mismo lo podría hacer mejor.
41. Mientras limpiaba su voluminoso pecho, Martín aprovechaba para acariciar la suave piel de Pablo y disfrutar de la agradable temperatura de su cuerpo.
Martín le preguntó si podría quitarse los shorts para poder terminar de sacar algunas manchas que aún le quedaban.
42. Pablo le respondió que no habría problema pero que, lamentablemente tenía las manos aún con pintura y que ensuciaría todo, pero que si no tenía problema que él mismo lo sacase. Se sonrieron mutuamente y Martín procedió a quitárselos con mucha dificultad dada la erección que Pablo estaba teniendo.
43. Aunque Pablo estaba solamente vistiendo su ropa interior, en más de una oportunidad Martín supuestamente se veía obligado a bajar un poco los bordes de la prenda para hacer su tarea totalmente.
Pablo observaba la actitud de Martín y, aunque le parecía divertido, mantenía su seriedad con toda naturalidad.
44. También a las manos y las piernas les tocó su vez. Las manchas salieron rápido pero no por eso Martín perdía la oportunidad de acariciar esos músculos firmes y bien marcados. Martín se sentó en la cama y apoyó la pierna de Pablo sobre la suyas lo que le daba una excelente visión no sólo de de las mismas sino del resto de su cuerpo.
45. Al terminar de quitarle las manchas, Martín aún sentado sobre la cama le comentó lo impresionado que estaba por el fabuloso cuerpo de su improvisado pintor quien le sonrió y le preguntó si quería ver el resto.
46. Martín no podía creer lo que había escuchado y no sabiendo qué pensar o decir, se recostó en la cama y le respondió que si, que quería verlo, creyendo que sólo se trataba de una broma.
Pablo, entonces, lentamente, comenzó a sacarse la única prenda que aún lo cubría.
47. Pablo se arrodilló al costado de la cama y comenzó a acariciar y besar el firme abdomen y pecho de Martín. Claramente podía ver la gran excitación que empujaba su ajustado shorts.
48. En un rápido movimiento, Pablo subió sobre el cuerpo de Martín y pudo sentir al contacto la agradable sensación del rígido miembro de Martín recostado contra su piel que ya casi no podía ser contenido por su fina vestimenta.
Pablo le pidió a Martín que quería verlo desnudo para disfrutar la belleza que prometía su llamativo sexo.
49. Martín le respondió entre murmullos de placer que hiciese con él lo que quisiese porque estaba sintiéndose en éxtasis.
Sin demorar un instante, Pablo procedió a quitarle la única vestimenta que le quedaba y se encontraron en un apasionado y duradero beso mientras los cuerpos se juntaban y se adaptaban uno al otro como queriendo fundirse en una única figura.
50. Los juegos sexuales continuaron por un buen tiempo reforzando la integración que ambas personas estaban deseosas de conseguir.
Con gran deseo Pablo llevó su boca hacia la punta del rígido miembro de Martín, quien mostraba una excitación descomunal.
Martín recorría con sus manos el cuerpo de su recientemente descubierto amigo y deseó que el vínculo que se estaba formando fuese duradero.
51. Martín se estiró lo suficiente para alcanzar el miembro de su amigo y sus grandiosas bolas, firmes y redondas consiguiendo introducirlo en su boca. Agarró sus genitales con destreza mientras escuchaba los suspiros sensuales de Pablo.
Pablo continuó recorriendo con su ávida lengua el rígido miembro de Martín y terminó por dejarlo entrar totalmente dentro de su boca.
52. Luego, Pablo fue subiendo con caricias y besos hasta alcanzar los marcados abdominales de Martín, pasando por su pecho y llegando hasta su cuello. Pablo le susurró al oído que quería sentirlo dentro de él.
Martín se acomodó en la cama y Pablo abrió sus piernas para montarlo.
53. El rígido miembro de Martín rápidamente buscó abrirse camino entre los abultados glúteos.
Al principio con algo de dificultad mas en pocos instantes el grueso pene de Martín fue encontrando su lugar dentro de el atractivo cuerpo de Pablo.
54. Rítmicos movimientos fueron incrementando de intensidad y en poco tiempo Martín no pudo contenerse más soltando gruesos chorros de semen dentro del cálido interior de su amigo.
55. Ambos cayeron exhaustos, rendidos por la tensión sexual recientemente experimentada. Rostros resplandecientes, felices y satisfechos. Las demostraciones de cariño continuaron por mucho tiempo y ambos rostros reflejaban una sensación de paz y tranquilidad inmensa.
56. Algún tiempo después, y algo más recompuestos, Martín acompañó a Pablo hasta la puerta, conversando animadamente y dando a entender que una fuerte relación de amistad acababa de nacer entre dos personas que se simpatizaban mútuamente desde largo tiempo atrás pero nunca antes habían tenido el coraje de abrirse uno al otro.
End Of The Story
PINTANDO
Written by: Anónimo
Illustrated by: Eduardo
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