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(DR) Huésped Inesperado

 HUÉSPED INESPERADO
 

Written by:  Unknown

Illustrated by: Eduardo

     1. Por muchos años estuve haciéndome cargo de la casa de veraneo de una familia amiga de mis padres. Era un trabajo muy agradable dado que no había mucho servicio para hacer porque pocos meses al año la casa era utilizada y, cuando venian a veranear, en lugar de sentirme como un empleado, me hacían participar de la familia como si fuese un pariente de ellos o un amigo cercano.
La casa estaba localizada en el medio de un amplio patio, totalmente rodeado de altos muros y frondosos árboles, que brindaban una completa privacidad.

    

2. Para compensar la gran distancia que había a la playa, habían construido una piscina de proporciones olímpicas, mejorada con instalaciones de hidromasaje que la hacían uno de mis lugares favoritos durante los largos períodos que la casa no era utilizada. Cuando los dueños estaban, mis ocupaciones eran mucho mayores, por supuesto, pero la forma familiar con la que me trataban era tan agradable que hacía que mi trabajo fuera tan placentero como  cuando estaba solo.



    3. Por todo eso, me quedé un poco triste cuando supe que el próximo verano no recibiría la acostumbrada visita de los dueños de casa porque pasarían la temporada en Europa. Con toda seguridad sentiría mucho la falta de ellos.
Un día recibí un mensaje diciendo que un sobrino de ellos, Germán, vendría a utilizar la casa por algún tiempo porque precisaba preparar un examen para finalización de cursos y precisaba tranquilidad y sosiego para dedicarse plenamente. Desde muy niño, Germán y yo habíamos sido amigos; podría decirse que de toda la vida.


    4. La noticia me dejó contento no solamente por la posibilidad de no estar tan solo, sino que además, porque yo ya conocía muy bien a Germán de otras veces que había estado allí y, ciertamente, era una persona muy agradable no solamente por el trato sino físicamente, también.
Yo nunca había sentido atracción por personas de mi mismo sexo; bien, digamos que no me resultaba nada desagradable observar unos músculos bien formados o una piel bien cuidada, pero en el caso de Germán, algo más había en él que me hacía sentir como nervioso o, en algunos casos un poco excitado cuando él estaba próximo de mí y me despertaba unas ganas inconscientes de estar cerca de él.


    5. Su mirada, su cabello, sus ojos, la boca, los vellos en sus brazos ya habían aparecido en mis pensamientos más de una vez. Y a pesar de siempre haberlo visto con ropas sociales, porque la mayoría de las veces visitaba la casa durante el invierno, daba para percibir que su cuerpo estaba muy bien cuidado y principalmente despertaba mi curiosidad la sinuosidad de su trasero y el prominente bulto de su entrepierna que claramente se notaba bajo sus ajustados pantalones.


    6. El día que Germán llegaría no estaba definido pero mi misión era atenderlo y cuidar que nada le faltase, proporcionándole todo lo que precisase para que pudiese dedicarse a sus estudios plenamente. También había un motivo de afinidad con Germán en los estudios dado que yo también estaba estudiando informática, al igual que él, aunque estaba mucho más adelantado que yo.
Nuestras edades eran muy próximas, yo estaba con 20 años y Germán con 23.   Ante esta expectativa, cuidé que la heladera estuviese bien surtida y que la ropa de cama y de baño estuviese impecable para esperar la agradable visita que me habían anunciado.

 


    7. Un viernes de tarde, recibí una llamada telefónica de Germán avisando que ya había llegado y pidiéndome que lo fuera a buscar a la estación de ómnibus que dista unos pocos kilómetros. Le pedí que me esperase que en pocos minutos estaría con él.
Agarré mi moto y salí para la estación. Cuando estaba llegando vi desde lejos que Germán me estaba esperando en la puerta. Ya el hecho de saber que lo encontraría, me estaba dejando con aquella sensación nerviosa en el estómago que yo no podía explicar.


    8. Al acercarme me recibió con una hermosa sonrisa  y un apretón de manos seguido de un fuerte abrazo que me estremeció internamente.  Cargó su mochila sobre su espalda y apoyando sus manos sobre mis hombros, levantó la pierna y subió rápidamente en el asiento de atrás de la moto. Al acomodarse, imaginé su prominente entrepierna a poca distancia de mí y un escalofrío recorrió mi cuerpo que me hizo congelar cuando sentí que sus muslos me rodeaban y que un leve movimiento hizo con que su sexo se recostara a mi cuerpo suavemente. Por fracciones de segundos perdí la respiración y tuve que hacer un esfuerzo para reaccionar y no permitir que alguna cosa se notara en mi comportamiento.


    9. Partimos de inmediato y en mi cabeza no paraban de pasar pensamientos que yo no los podía explicar. ¿Qué estaba sucediéndome, que era lo que yo estaba sintiendo tan extraño que hacía que una electricidad recorriese mi piel y me dejase los vellos de mis brazos erizados? Traté de no pensar en eso y conversar de cualquier cosa para distraerme aunque era muy difícil porque sus piernas apretaban las mías con una presión un poco diferente de las otras personas que he llevado anteriormente, y lo que más me dejaba tenso era el imaginar el descomunal volúmen de su sexo apoyado detrás de mí, sintiéndolo claramente cada vez que agarrábamos un pozo o hacíamos una curva.


    10. Al llegar a la casa, para bajarse de la moto, nuevamente Germán apoyó su mano sobre mi hombro y lo dejó estar mientras me agradecía por haberlo ido a buscar. Al mirarlo a los ojos, sentí que su mirada me penetraba y que su hermosa sonrisa se dibujaba en su rostro dejando ver unos hermosos diente grandes y blancos que acentuaba sus rasgos masculinos. No quise pararme en ese momento porque si lo hacía, seguramente percibiría que yo estaba excitado y era evidente que no podía permitir que eso sucediera. Con la excusa de ir a guardar la moto, le entregué las llaves de la casa, pidiéndole que fuera entrando y me fui para el garaje.


    11. Me alejé y al llegar al garaje, bajé de la moto y me di cuenta lo acertado de mi decisión de no pararme frente a Germán porque mi pantalón estaba distendido adelante, tratando de contener mi miembro pulsando por debajo de él. Traté de entender, rápidamente lo que sucedía y, ciertamente, pude darme cuenta que estaba sintiendo una fuerte atracción por el recién llegado que no era solamente la admiración que otras veces me despertaba por las conversaciones que habíamos tenido referente a nuestros estudios y el agradable trato que me dispensaba sino que era algo más físico, más sensual que me hacían sentir ganas no solamente de estar con él, sino de tocarlo y sentirlo... Habiendo comprendido un poco mejor que era lo que estaba sucediendo, tuve que recapacitar, enfriar mi cabeza y adoptar la posición de no dejar traslucir ese sentimiento para evitar problemas con los dueños de casa que tan bien me han tratado por toda mi vida, desde que era niño.


    12. Fui hacia la casa y me encontré con Germán en la puerta aguardando por mí. Su mirada estaba tan penetrante como antes y, sin querer evitarlo, traté de hablarle sin mirarlo a los ojos para que no descubriese lo que estaba pasando por dentro de mí. Le pregunté si quería que le aprontase alguna cosa para cenar y me respondió que primero quería tomar un baño y que después comería solamente alguna fruta o algo liviano, lo que hubiese. Le indiqué, entonces, cuál era el dormitorio de huéspedes (aunque él lo conocía muy bien, tanto como yo) explicándole que las toallas de baño estaban sobre la cama y si precisaba cualquier otra cosa que me avisase. Un silencio y una sonrisa en su rostro, acompañado de una guiñada nuevamente hizo circular la electricidad por debajo de mi piel. Me dio una ligera palmada en el hombro y agradeciéndome me dijo que se iba a tomar un baño y que en ese tiempo iba a pensar si precisaba alguna otra cosa. Temí que se hubiera dado cuenta de lo que yo estaba sintiendo pero, como no pareció que le molestase, no le di mayor importancia.


    13. Mientras Germán tomaba su baño yo me fui para la cocina a prepararle una ensalada de frutas. Mi cabeza daba vueltas y no podía sacarme de mis pensamientos la imagen de Germán sacándose la ropa para tomar baño e introduciéndose en la bañera. No sabía si tomaría una ducha o un baño de inmersión que yo sabía que le gustaba mucho. Su atractiva figura no me abandonaba ni un segundo. Sentía ganas inmensas de entrar en aquél baño para verlo. Qué sentimiento tan extraño; nunca me había sucedido. Había algo que me decía que no debía pensar en esas cosas y algo que no me dejaba pensar en más nada.


    14. La lucha entre lo que mi cabeza pensaba contra lo que mi cuerpo quería se evidenciaba nuevamente por debajo de mi pantalón. De nuevo tuve que recapacitar y tratar de enfriarme para no cometer una locura de la que me arrepentiría por el resto de mi vida.
Cuando yo terminaba de preparar la ensalada, Germán apareció en la cocina, vistiendo una bermuda y una camiseta. Su físico se dibujaba bajo las ropas que estaba vistiendo y dejaban en evidencia que había mejorado notablemente desde la última visita. Era prácticamente imposible para mí mirarlo y no pensar en sensualidad y erotismo.


    15. Germán se sirvió un plato abundante y se fue a sentar en la sala invitándome para que fuera con él. Le dije que terminaría de organizar las cosas en la cocina y que después iría. Estuvo de acuerdo y pude ver como se alejaba y se disponía a ver la televisión. Se acomodó en un banco largo que estaba colocado junto de la ventana, su lugar preferido. Me tomé más tiempo del que precisaba para hacer mis tareas mientras los pensamientos explotaban dentro de mi cabeza. De vez en cuando observaba para la sala y viéndolo allí tendido sobre el banco no permitía que mi juicio volviese al lugar que le correspondía.


    16. Me tomé más tiempo del que precisaba para hacer mis tareas mientras los pensamientos explotaban dentro de mi cabeza. De vez en cuando observaba para la sala y viéndolo allí tendido sobre el banco no permitía que mi juicio volviese al lugar que debía.
Cuando terminé, fui para donde Germán estaba y le pregunté si quería alguna otra cosa más.


    17. Nuevamente un silencio de algunos segundos hizo una pausa grande de más para que mis fantasías fueran mayores de lo que ya eran. Tal vez me pareció ver una sonrisa en sus labios y presentí que alguna cosa se había desencadenado entre nosotros. O tal vez era solamente idea mía. ¿Qué locura? ¿Qué es lo que me estaba pasando? No lo podía entender y lo que entendía no lo podía aceptar…
Le dije que, cuando terminase, me dejase el tazón en la cocina que al día siguiente yo lo lavaría con intenciones de retirarme lo antes posible.

    18. Como no me dijo que precisase alguna otra cosa, le avisé que me iba a acostar porque al día siguiente iba a salir temprano para hacer un surtido para la despensa de cosas que me habían faltado. Le pregunté si todavía tenía las mismas costumbres para el desayuno y cuando me confirmó le conté que ya estaba todo previsto. Le ofrecí si quería que le llevase el desayuno a la cama y ante la duda me apresuré a inducirlo a que aceptase (dado que  me daría la oportunidad de verlo cuando recién se despertase). Aceptó la propuesta y me pidió que no lo dejara dormir hasta muy tarde porque quería aprovechar el tiempo para estudiar pero también para descansar tomando un poco de sol y nadando o caminando. Le di la seguridad que así lo iba a hacer y me fui para mi cuarto.


    19. Cuando tuve la oportunidad de quedarme solo, dejé que mis pensamientos se liberasen y mientras me desvestía para tomar mi baño, las imágenes del recién llegado me invadieron plenamente. Una vez bajo la fuerte ducha dejé que el agua bañase mi cuerpo y me di cuenta que mi mano había ido inconscientemente para mi sexo mientras la figura de Germán se apoderaba de mis pensamientos y lo hacían tan real que parecía que lo podía ver enfrente de mi. Imaginé que tomábamos la ducha juntos y que podía enjabonar su musculoso cuerpo acariciando la suave piel. Mi excitación era tremenda y en pocos minutos estaba eyaculando de placer mientras el agua bañaba mi cuerpo sediento de caricias y deseos.


    20. A la mañana siguiente, al despertarme, preparé el desayuno para Germán y poniéndolo en una bandeja me dirigí a su cuarto. Golpeé en la puerta y, al segundo llamado, escucho su voz somnolienta pidiéndome que entre. Así lo hice y me enfrenté a un espectáculo maravilloso al verlo acostado en su cama, con el pecho desnudo y cubierto solamente con la fina sabana que lo envolvía, destacando sus privilegiadas formas. No era la primera vez que podía ver su pecho pero no podía salir de mi admiración. No solamente las formas eran espectaculares sino que un fino vello corto y liso lo cubría plenamente dejando al descubierto dos tetillas grandes y de un color rosado pálido que hicieron que mis deseos aumentaran.


    21. Tratando de no mirarlo, aunque era imposible de evitar, me dirigí a la ventana y abrí las cortinas permitiendo que la luz externa invadiese la habitación. Al acercarme a la cama donde Germán estaba acostado pude mirar rápidamente para sus piernas y percibir, no solamente el grosor que las mismas tenían, sino el tamaño descomunal que su miembro ostentaba por debajo de las sábanas. Le dije que iba a salir por poco tiempo pero que si precisaba cualquier cosa le había dejado anotado sobre la mesa el número de mi teléfono celular. Me respondió que le parecía que no precisaba nada pero cualquier cosa que se acordase me llamaba. Dándole una última mirada, salí de la habitación.


    22. Cuando ya estaba pronto para volver de las compras mi celular llamó y al atenderlo sentí la voz de Germán. Era tan agradable estar frente a él como escucharlo con su voz grave y pausada. Después de conversar por algunos minutos, me pidió que pasase por cualquier tienda y que le llevase un short o lo que encontrase, cualquier cosa para poder nadar porque se había dado cuenta que no había traído nada para la piscina. Quedé muy extrañado cuando le pregunté cómo lo quería y me respondió que cualquiera servía, cualquiera que a  mí me gustase, que con toda seguridad yo iba a saber lo que le quedaría bien.


    23. La idea de comprar esa ropa para Germán, me hacía sentir nuevamente aquella cosa dentro de mí que me tenía nervioso. Yo ya estaba dándome cuenta que lo que sentía era una verdadera atracción y no me estaba aterrando. Trataría de ser muy discreto y observarlo solamente cuando tuviese total seguridad que no me descubriría. Pero era muy agradable todas esas sensaciones nuevas. Al ir a la tienda para atender el pedido de Germán, y empezar a ver lo que le quedaría mejor, encontré un sunga beige, pequeña y con fina tela que me dio vuelta la cabeza solamente de pensar cómo le quedaría cuando se lo pusiese. Por las dudas, decidí también llevarle un short por si le parecía que la sunga era muy osada.


    24. Inmediatamente emprendí el camino de retorno. Al llegar, Germán estaba sentado debajo de un árbol, con un libro en sus manos y varios a su alrededor. Al sentir el ruido de la moto acercándose, levantó sus claros ojos y quedó aguardando que yo me aproximase. Al acercarme su sonrisa iluminó su rostro mientras me preguntaba si había encontrado lo que él me había pedido. Le respondí afirmativamente mientras le entregaba el paquete y le decía que como no conocía sus preferencias, le había traído un short y una sunga para él decidir.


    25. Abrió la bolsa rápidamente y estudió con aire crítico ambas prendas. Hizo comentarios referente al tamaño de la sunga pero la miraba repetidamente denotando que su elección estaba casi concluida. Poco después me preguntó cuál me parecía que le quedaría mejor y le respondí casi sin pensarlo que me parecía que ambos le quedarían bien pero que tenía la impresión que con el cuerpo tan bonito que él tenía, yo creía que la sunga le iba a sentar mejor. Después de cerrar la boca no podía creer lo que había dicho y pensé que eso podría traerme problemas. No hizo ningún comentario pero una sonrisa se dibujó en su rostro y demorando unos segundos mientras me miraba fijamente a los ojos, manifestó que después decidiría.


    26. Creo que me sonrojé y un nudo se hizo en el estómago pero no hizo ningún comentario al respecto. Levantándose de donde estaba, dijo que se la iba a probar y nos fuimos caminando juntos para la casa. En un gesto amistoso, puso su brazo por sobre mi hombro mientras caminábamos. Al llegar donde estaba la moto, agarré el resto de las cosas que había traído y entramos a la casa. Yo fui para la cocina y él se dirigió para su dormitorio. Justo cuando terminé de arreglar las cosas en la heladera y los armarios, escucho la voz de Germán llamándome desde su cuarto.

    27. Largué todo y me fui inmediatamente para su dormitorio. Al entrar me encuentro que estaba frente al espejo pero, para mi decepción, lo que tenía puesto era el short. Le quedaba perfecto, parecía de medida. Al preguntarme como le quedaba, me tomé mi tiempo para mirarlo, observarlo, apreciarlo y disfrutarlo. No muchas veces iba a tener esa oportunidad. Sus piernas  las tenía frente a mis ojos y no podía salir de mi asombro al ver la perfección de sus formas y el abundante vello que las cubría. Eran macizas, robustas, gruesas, muy gruesas y el short se ajustaba a ellas firmemente haciendo resaltar su llamativa entrepierna.


    28. Yo no podía articular una palabra y estaba sintiendo que mi sexo también estaba apreciando la belleza que veía. Me pareció que Germán se dio cuenta de mi situación, porque su mirada se dirigió al frente de mi pantalón y comentó que por mi reacción parecía que me había gustado. Solamente pude mover afirmativamente la cabeza mientras me daba cuenta que mi boca estaba abierta desde hacía varios segundos. No podía dejar de observarlo.


    29. Estaba totalmente fuera de control. Germán se rió y preguntándome que me parecía el otro. Entonces,se bajó el short dejando al descubierto la sunga que tenía por debajo. En ese momento yo ya no podía contenerme más. Sentí como si mis piernas se aflojaran y mi miembro pulsase por debajo de mis ropas. El short pasó con cierta dificultad por sus gruesos muslos y después de las rodillas, lo dejó caer al piso. Se enderezó nuevamente y quedó observándome.


    30. Nuevamente, yo estaba en un estado cataléptico. Todo en mí estaba rígido, mi mandíbula, mis ojos que no parpadeaban, mi lengua, mi miembro ... Moví la cabeza lenta y afirmativamente cuando a lo lejos pude escuchar la risa de Germán mientras me hablaba y pedía para que le hiciera algún comentario. Le respondí que yo no sabía lo que decir, que me había dejado sin palabras. No pudiendo creer en lo que acababa de decir, se volvió para mirarse en el espejo y pude ver ahí, sus firmes glúteos mosrándose parcialmente por debajo de la sunga. En ese momento estaba dispuesto a cualquier cosa: si tuviera que admitir que yo estaba sintiendo atracción por un hombre, lo hubiera hecho, porque eso era lo que estaba sintiendo. No me importaba nada más.


    31. Tuve que sentarme en la cama porque mis piernas ya no conseguían sostenerme y Germán me observaba y sonreía mientras me preguntaba una opinión sobre cual de los dos debía usar. Tratando desesperadamente de continuar actuando como correspondía, pude decirle que la sunga le quedaba excepcionalmente bien y que me parecía que no debía pensarlo más. Se aproximó un poco máas, quedando a muy poca distancia, me preguntaba si no me parecía que era un poco exagerada. Le respondí que lo principal era que él se sintiese cómodo y referente a lo diminuto de la prenda, que no se preocupase porque iba a tomar sol en una propiedad privada y nadie lo iba a ver, exceptuando yo, es claro.


    32. Me contestó, entonces, que siendo así, no tenía dudas y que juzgando por mi expresión, me había gustado mucho más la sunga que el short. Mal podía articular palabras pero le confirmé que estaba en lo cierto, que le permitía mostrar su cuerpo en toda su plenitud y que tenía que aprovechar que estaba en un lugar tan privado para hacer lo que realmente quisiese.
Pareciéndome que ya me había expuesto de más, salí de la habitación con la excusa de terminar de arreglar las cosas que había traído y preparar el almuerzo.


    33. Poco tiempo después, Germán vino a invitarme para ir a la piscina a tomar sol y nadar un poco. Le agradecí pero le dije que en cuanto terminase de ordenar lo que había traido de las compras, lo acompañaría. Me dijo que, entonces, me iba a esperar y decidió que dormiría una corta siesta hasta que yo estuviese pronto. Terminé mis tareas y al ir para mi cuarto a cambiarme, pasé por la habitación de huéspedes y pude ver que Germán estaba acostado y había dejado la puerta abierta. Me acerqué un poco para poder observar que la capa de vellos iba oscureciéndose y haciéndose más densa al acercarse a la unión de ambas piernas y vi un espectáculo tremendo que me hizo temblar de emoción al observar que por la abertura entre ellas  aparecía su voluminoso bulto sexual cubierto apenas por la fina tela que lo envolvía ajustándolo con suavidad.


    34. Los pliegues que el tejido hacía dejaban más en evidencia el volumen tremendo que tenía su sexo. Tenía que hacer un gran esfuerzo para que mis manos no se fueran para esa región que yo estaba observando. Nunca había visto a alguien tan de cerca, con tanto interés, despertando tanto mi sensualidad. Mi respiración había quedado agitada contrastando con la relajada y pausada de Germán. Mi miembro parecía que iba a estallar por debajo de mi pantalón y resolví dejar la habitación antes que perdiese la cabeza e hiciese cosas que después, no tendría como explicar.


    35. Fui para mi cuarto,  me quité la ropa y me masturbé recordando las imágenes que acababa de ver.
Pensé que con la excitación que yo tenía, no podría ir a la piscina, entonces decidí ponerme una sunga por debajo y un short bien suelto por encima porque me pondría a cubierto si nuevamente me excitaba al ver a Germán. Lo cual fue una medida bien acertada dado cómo sucedieron los hechos posteriormene.


    36. En el momento que estaba saliendo, Germán apareció en la puerta de su habitación y al verme me preguntó si ya estaba yendo para la piscina y, al confirmarle, me pidió que lo esperara que él también estaba de camino. Así lo hice y en pocos minutos salimos. La conversación entre nosotros siempre fue muy variada porque, además de los estudios, teníamos otras cosas en común, como el hecho de ambos gustar de fisi-culturismo, de ser solteros, de tener ciertas inclinaciones por las artes y ser asiduos aficionados al cine.


    37. Al llegar a la piscina, me acerqué a uno de los bancos que había para tomar sol. Germán hizo lo mismo en otro que estaba junto. Continuamos conversando sobre muchos asuntos pero algo me hacía presentir que estaba interesado en ir para temas más personales. De repente me preguntó si estaba con novia a lo que le respondí que ya hacía varios meses que no salía con ninguna chica. Él si estaba saliendo con una compañera de estudios pero le parecía que la cosa no iba a durar mucho porque no se estaba sintiendo muy bien con ella. Me preguntó entonces como me las arreglaba con mis necesidades sexuales a lo que le respondí sin ningún tapujo que me las arreglaba solo.


    38. Incorporándose un poco en su banco me quedó mirando por varios segundos y luego comentó como era posible que un muchacho con un carácter tan agradable y con un físico tan atrayente estuviese solo. Abrí los ojos para mirarlo y ver si estaba hablando serio o estaba bromeando. Por la forma que me miraba me daba a entender que la pregunta fue hecha con sinceridad. No le respondí, porque no sabia, realmente, cuál era el motivo. Antes que pudiera abrir la boca, Germán continuó resaltando mis buenas cualidades y, principalmente, elogiando mi cuerpo. Eso ya me dejó un poco nervioso y sentía que mi miembro se estaba quedando más rígido.


    39. Para evitar que se diera cuenta, me senté en el banco con la intención de pararme e ir para la casa hasta que la exitación se me bajase un poco. Miré para su cuerpo tendido al sol y mi excitación aumentó. No podría pararme; tendría que esperar un poco más. Sentía que mi miembro crecía debajo de mi sunga y el short que tenía por arriba no estaba consiguiendo ocultar mi situación. Sus gruesas piernas estaban separadas y eran una tentación irresistible, así como era un llamado al erotismo mirar para su abultado sexo que invitaba a ser tocado. Mi cuerpo comenzó a temblar como si estuviese con frío; pero era un frío que venía de mi estómago. Me parecía que si me paraba no iba a poder caminar.


    40. Germán continuaba hablando mientras yo miraba para otro lado y trataba de no pensar en él. En pocos minutos yo ya estaba volviendo a la normalidad y dije como excusa que iba hasta la casa a buscar algunas frutas porque estaba con mucha sed. Germán me detuvo y me dijo que no era necesario ir hasta la casa con tantos árboles frutales que había por ahí. Tratando de disuadirlo le dije que eso no iba a ser posible porque estaban muy altas y no las podríamos alcanzar si no era con una escalera.


    41. Ante mi respuesta, Germán se incorporó y se dirigió a un ciruelo que había cerca y dando saltos trataba de llegar a las ramas más bajas donde había algunas frutas maduras. Yo me reía de él y le decía que no fuese porfiado, que todas las que estaban bajas yo ya las había arrancado que no se molestase en tratar porque no iba a conseguir. Me miró con un aire sobrador y una sonrisa en su rostro que parecía que algo estaba tramando. Al final habló y me pidió que me acercara que si le hacía base con las manos para él poder subirse, que ahí iba a poder alcanzarlas.


    42. Traté de disuadirlo pero no fue posible. Empezó a hablarme de la amistad y la cooperación y me hizo recordar que cuando eramos niños lo hacíamos y no sé cuantas otras cosas, hasta que al fin, tuve que hacer lo que me pedía. Me aproximé al árbol donde él estaba y recostando mi espalda sobre el tronco, afirmándome, crucé los dedos de mis manos al frente para hacerle un soporte para él subir. Germán apoyó un pie en mis manos y con un empujón se agarró con una mano de una rama que estaba a una altura razonable mientras que con la otra trataba de alcanzar algunas frutas.


    43. En ese  momento me di cuenta de la situación en la que me había metido. La pierna que estaba apoyada en mis manos se recostaba a mi pecho presionándolo con fuerza y empujándome contra el tronco del árbol, mientras que la otra pierna que estaba en el aire, la movía constantemente, acompañando sus empujones hacia arriba para alcanzar frutas que estaban más altas; y lo peor de todo es que su pelvis había quedado a la altura de mis ojos y aunque no quisiese observarla, sabiendo la proximidad a que estaba, me hacía entrar en delirios de placer. Nuevamente sentí mi miembro endurecerse por debajo de mi ropa y, de esta vez, no tendría como escapar.


    44. Yo trataba de mirar para cualquier lado, pero Germán continuaba con sus movimientos y de vez en cuando, su sexo se recostaba sobre el costado de mi rostro. Cada vez que sentía ese volumen entre rígido y blando apoyarse en mi rostro, mi cuerpo se sacudía de emoción. A veces yo miraba para arriba y trataba de descubrir si lo que estaba haciendo era a propósito o simplemente casual y él no se daba cuenta. Germán se reía fuertemente, disfrutando de lo que estaba haciendo y continuaba hablando como si nada estuviese pasando.


    45. Levanté mi cabeza para pedirle que acabase y nuevamente me lo encontré riendo y mirándome, aguardando que yo le dijese algo. Mientras yo estaba con la cabeza levantada, Germán acercó su pelvis a mi mejilla y se dejó estar como si fuese la cosa más natural del mundo. Yo le pedía que se bajase pero en realidad sólo quería que continuase con lo que estaba haciendo. Era muy excitante, era increíblemente sensual; yo estaba a punto de gozar y sentía que su miembro estaba rígido y aumentaba de tamaño sin parar.


    46. No sé de donde saqué fuerzas pero le dije que no seguiría con eso y como no se decidía a bajarse, separé mis manos y cayó al piso, frente a mí. Su cuerpo tendido en el suelo estaba más atrayente que nunca; esto era irresistible. Comprobé visualmente el tamaño que había adquirido su miembro y me di cuenta cuánto había aumentado de volumen porque su pequeña sunga ya no podía contenerlo dentro. Sin pensarlo dos veces, antes que me tirase sobre él y lo llenase de caricias y besos, decidí salir corriendo para el agua y me zambullí de cabeza.


    47. El agua fría tendría el efecto deseado. Aunque demoraría unos minutos para calmarme,  la erección que yo tenía tendería a disminuir. Germán continuaba riéndose y pidiéndome que volviese, que todavía le faltaba las mejores frutas. Yo estaba muy confuso. Quería abrazar ese cuerpo con toda mi pasión, quería agarrarlo, tocarlo, besarlo lamerlo de arriba abajo, sacarle la ropa y constatar las proporciones sexuales que tenía con mis propias manos, mi boca y mi lengua.


    48. Germán se paró y vino caminando hacia el agua lentamente. Se detuvo cuando llegó al borde de la piscina. Me miraba fijamente a los ojos y sonreía. Me increpaba por haberlo tirado al piso, pero su rostro parecía cuestionarme si me había gustado. Que no me preguntase porque le iba a tener que responder que si, que era la sensación más grandiosa que había sentido en toda mi vida. Sin decir ni una palabra, se introdujo en el agua lentamente y vino hacia donde yo estaba.


    49. Cuando estaba a una corta distancia, se zambulló y con dos rápidas brazadas estaba junto a mí. Traté de alejarme pero me aprisionó y me revolcó en el agua, como cuando eramos chicos. Claro que las sensaciones eran bien diferentes de aquella época. Yo aprovechaba para agarrarlo de los brazos y del tórax; pero era más fuerte y hábil que yo. Varias veces consiguió apresarme y rodearme con sus fuertes brazos; era todo lo que yo estaba deseando en ese momento.


    50. En más de una oportunidad pude sentir su miembro tocando mi cuerpo y parecía que lo hacía a propósito, que lo que estabamos haciendo no era solamente juego, que nuestros sexos estaban preparándose para un encuentro futuro que parecía que no iba a demorar mucho.


    51. En determinado momento, Germán nadó por debajo del agua, agarró mi short y de un tirón me lo sacó. Salió a la superficie con mi short en su mano y lo arrojó a un costado de la piscina. Me preguntó si iba a tener coraje de irme desnudo para la casa, porque el short no me lo iba a devolver. Me reí de él y le dije que por lo visto no se había dado cuenta que debajo del short estaba usando una sunga.


    52. Se sumergió nuevamente y se acercó a mí para ver si era verdad. Trató de sacarme también la sunga pero se lo impedí, lo que desencadenó una nueva guerrilla. Simulando la lucha, nuestros cuerpos se refregaban uno contra el otro insistentemente. A pesar de que la situación estaba casi declarada, yo continuaba temiendo equivocarme y en uno de los forcejeos, conseguí escaparme y salí de la piscina, dejándolo a él riendo fuertemente y diciendo que había ganado.


    53. Tuve el impulso de irme para la casa y terminar con todo eso pero mis deseos eran más fuertes que la lógica y decidí quedarme. Me tiré sobre un banco largo boca abajo a descansar del esfuerzo realizado y para tratar de relajar. Cerré los ojos para no pensar en nada y a lo lejos solo escuchaba la risa de Germán y su voz fuerte y sensual llamándome para que volviese. Las imágenes presenciadas y la sensación de sentir su miembro recostado a mi cuerpo fue inolvidable. Tenía la plena seguridad que lo recordaría por el resto de mi vida. Tenía la seguridad que mi vida habría de cambiar después de esa tarde.


    54. Escuché cuando Germán salía de la piscina y como yo estaba con los ojos cerrados me preguntó si estaba durmiendo. Con la cabeza le respondí que no. Ya no tenía fuerzas ni para hablar. Se acercó a donde yo estaba y continuó hablándome en tono más sereno. Me pareció por su forma de hablar que estaba pensando que no me había gustado los juegos en el agua y que estaba enojado con él. No sospechaba lo que yo estaba sintiendo y lo que estaba pasando por mi cabeza era todo lo contrario.


    55. Sentía que su mirada recorría mi cuerpo y que no se perdía ningún detalle. Después de algunos segundos de silencio, me preguntó por qué motivo usaba short en vez de usar siempre sunga como mi cuerpo merecía porque estaba viendo que me quedaba muy bien. Comentó cómo me quedaba estupendo y que un trasero así no podía quedar oculto por nada. Me sentía expuesto y eso me excitaba.


    56. Creo que sentí cuando pasó sus manos a escasa distancia de mi trasero y lo escuché suspirar profundamente. Yo ni siquiera me movía; quería que ese momento durase para siempre. Escuchaba sus comentarios referente de mi cuerpo y me dejaban pensando si todo ese palabrerío era solamente para agradarme o era que realmente estaba sintiendo lo mismo que yo.


    57. Mientras continuaba ponderando mi estado físico, Germán trajo unas frutas de las que habíamos recogido del árbol. Al levantar mis ojos me encontré con todo su físico a pocos centímetros de mí. Era tremendamente excitante observar su figura musculosa, su porte atlético, su piel bien cuidada y cubierta por un vello abundante y claro. Miguel levantó una pierna, se sentó a caballo en el banco, de frente para mí, dejando las frutas que recién había traído entre sus piernas, junto a mi cabeza.


    58. Lo seguí con mi mirada y no podía creer lo que estaba viendo. Frente a mis ojos, a escasos centímetros tenía la más maravillosa visión que alguna vez hubiese soñado: su voluminosa entrepierna. No pude evitar dirigirle la mirada y apreciarlo en toda su plenitud. Conseguía ver cada uno de los pliegues que su sunga hacía envolviendo su cuerpo, enmarcado por sus gruesos e inigualables muslos como sus largos pelos púbicos que aparecían por debajo de la fina tela.


    59. Me daba la impresión que Germán se daba cuenta que cada vez que yo agarraba una fruta o lo miraba para conversar, pasaba mis ojos por su sexo; sin embargo, no hacía ningún comentario al respecto; aunque me parecía detectar que su polla se estaba quedando cada vez más rígida. De repente, sin tener nada que ver con lo que estabamos hablando, empezó a hablar bien de mi y, principalmente, de mi cuerpo.
Durante la conversación había momentos que parecía como si hablase para sí mismo, preguntándose, en voz alta, cómo era posible que un muchacho con tan excelente estado no estuviese con una chica.


    60. Me tomó por sorpresa cuando me preguntó si alguna vez había tenido alguna cosa con un chico. Me sorprendió la pregunta y después de unos segundos de silencio, le respondí que nunca me había sentido atraído por otra persona de mi mismo sexo.
Inmediatamente, complementó su pregunta, indagando si nunca tendría relaciones con otro hombre. Me tomé mi tiempo para responder y le dije que podría ser posible, que todo dependía de la otra persona, que tendría que ser alguien en quien confiase mucho, principalmente, que me agradase físicamente y que fuese de un carácter alegre, y más o menos del mismo nivel intelectual.


    61. Riéndose fuertemente, dijo en tono de broma que yo lo estaba describiendo a él, dado que llenaba todas las características que había dicho. Me sonrojé porque era verdad lo que estaba diciendo pero permanecí callado. Entonces, me hice de coraje y le pregunté si él, alguna vez, había tenido algún encuentro con alguien de su mismo sexo. Esta fue su vez de sonrojarse; pero sin titubear, admitió que si, que algunas veces había tenido. Fue una real sorpresa para mí, porque nunca lo hubiese sospechado. Un silencio profundo nos rodeaba. Nadie sabía cómo continuar hablando.


    62. La conversación me había excitado y, por lo que podía observar por debajo de la sunga de Germán, él estaba teniendo una reacción similar.  Me colocó en una situación difícil cuando me preguntó, a continuación, qué era lo que a mí me parecía que más llamaba la atención en él. Me quedé observándolo a los ojos, porque estaba sintiendo a dónde quería llegar. Me estaba abriendo una puerta de entrada. Me tomé un tiempo para responder porque tendría que ir con mucha cautela.


    63. Como demoraba con mi respuesta, riéndose, se tiró para atrás, acostándose en el banco y dándome toda la oportunidad que lo observase todo lo que quisiese. Al demorar con mi respuesta, Germán me presionó diciendo que no pensase tanto, que dejase que mis pensamientos se manifestasen sin buscar las palabras. Seguí su consejo y empecé por manifestarme que lo que más me agradaba en él era su forma de ser, su carácter siempre alegre y extrovertido, su trato cordial e inteligente y muchas otras cosas más que, tanto él como yo, sabíamos que no era la totalidad de lo que estaba pasando por mi cabeza.


    64. Nuevamente me acosó queriendo saber más. Le pregunté si no le parecía bastante con todo lo que había dicho. De nuevo sentí el calor subiendo por mi rostro y tuve que mrar para otro lado. Mientras, Germán complementaba diciéndome que los dos sabíamos que había algo más. Estaba sintiéndome realmente presionado, pero si lo que estaba en mi cabeza lo tendría que decir, era el momento oportuno y entonces le comenté que su físico era muy llamativo. Germán quedó esperando por más y como yo no hablaba, me dio un golpe con su pierna en mi brazo y se apoyó en sus manos, y me quedó mirando con su clásica sonrisa pidiendo para que continuase.


    65. Entonces, sacando coraje no se de donde, le comenté que por ejemplo, sus piernas, sus muslos, eran algo que me atraía mucho y diciendo esto, pasé mi mano sobre ellos. Sentí una corriente recorrerme la espina dorsal y mi miembro daba muestras de estar excitado. Ya no podría volver a atrás; algo me empujaba a que continuase hablando. Descansó su cuerpo en una sola de sus mano y llevó su otra mano al pecho acariciándose sensualmente. Yo continué con mis comentarios hablándole, ahora, de su abdómen firme y musculoso. Yo lo acompañaba con la mirada mientras veía como bajaba su mano para el abdómen continuando con sus caricias corporales. El verlo de esa forma y estar hablando sobre su cuerpo me dejaba caliente.


    66. Yo observaba, ante la naturalidad de Germán, que ambos estabamos perdiendo nuestras inhibiciones. Germán se sonreía mientras, mirándome fijamente, me guiñó un ojo. Me sentí, entonces, con fuerza suficiente para decirle, que lo que más me llamaba la atención, era el tamaño de su entrepierna que se evidenciaba por debajo de su sunga. Paró de acariciarse,  se apoyó con ambos codos detrás de sus espaldas sin sacarme los ojos de encima. Sin dejarlo que hablase, le pregunté si podía contestarme algo. Inmediatamente me respondió que no había dudas que si, que lo respondería.


    67. Después de una larga pausa y varios balbuceos, me armé de coraje para preguntarle si el tamaño que su bulto sexual exhibía era por causa de estar excitado o es que era así normalmente. Soltó una fuerte carcajada y lentamente me respondió, por qué no lo comprobaba yo mismo. Al principio pensé que estuviese bromeando, pero después me di cuenta que estaba permitiéndome, realmente. Sabía que era una oportunidad que no se me presentaría nunca más (me equivocaba) y, entonces, levantando mi mano, lentamente la dirigí hacia su entrepierna. El volumen era firme y con elevada temperatura, pero si bien la consistencia era tremendamente agradable, no se podía decir que estuviese excitado.


    68. Yo estaba sintiendo que rápidamente su miembro aumentaba de proporciones y que el mío lo estaba acompañando, inclusive me estaba doliendo por la posición que yo tenía.
Germán exhaló un suspiro profundo. Me sentí haciendo algo prohibido, algo que nunca había imaginado que podría hacer. Sólo saqué mi mano de tan tentador lugar y me senté en el banco para poder acomodar mi polla que ya estaba entumecida del dolor. Germán me pidió para continuar con lo que yo estaba haciendo que le hacía mucho bien. Balbuceando le respondí que no, que no podía continuar.


    69. Casi con voz de ruego, me preguntó si me parecía que él era homosexual. La palabra chocó en mis oídos, pero inmediatamente le respondí que no, que nunca hubiera pensado eso. Germán, entonces complementó diciendo que él sabía que yo tampoco lo era, pero que en ese momento estaba queriendo tener sexo conmigo, como nunca antes lo había deseado con nadie. Sexo de hombre con hombre, recalcando esas palabras. Sexo sin intereses, por atracción, por sentimientos. Yo todavía dudaba. Me dio la seguridad plena que nadie sabría de esto, que era un secreto entre ambos, pero que en ese momento me precisaba, me deseaba. Finalizó diciendo que era un hombre y estaba deseando el contacto sexual con otro hombre y nada más, solo eso y que él sabía que yo estaba sintiendo lo mismo.


    70. Me pidió que me mirase como yo mismo estaba de excitado. Lo hice y era imposible de negar. Al volver a mirarlo, vi que se había recostado hacia atrás y me dijo que mirase cómo lo había dejado. Llevé mi mirada a su entrepierna y constaté el descomunal tamaño que su miembro había adquirido, casi a punto de escaparse de su sunga, separándolo de su abdómen varios centímetros. Germán seguía insistiendo que no lo podía dejar así, que debía continuar. Esa imagen no me dejó lugar a dudas que debía hacerlo.


    71. Germán se levantó y me invitó a que fuesemos adentro porque además de estar quedando un poco fresco, podríamos encontrar un lugar que no fuese tan duro como ese banco. Siguiendo su sugerencia, también me levanté y comencé a caminar a su lado. Me pidió que no me olvidase dónde estaba nuestra conversación porque quería que continuasen a partir de ese punto. Me pasó un brazo por sobre mi hombro y juntos fuimos caminando hasta su dormitorio.


    72. Apenas llegamos, se recostó sobre su cama y me pidió que me acercase. Me arrodillé a su costado para continuar mirando su descomunal figura. Me volvió a repetir que me estaba esperando y, entonces, volví a apoyar mi  mano sobre su miembro. Ahora estaba rígido, como el mío también lo estaba. Mis dedos se cerraron sobre el mismo para poder sentir un placer que nunca antes había experimentado. Mi mandíbula temblaba y un frío intenso recorría mi espina dorsal y se anudaba en mi estómago.


    73. Se podía percibir claramente el diámetro de su grueso tronco sexual aumentaba de tamaño bajo la presión de mis dedos. Sentía sus suspiros y exclamaciones de deseo mientras una mancha oscura comenzó a aparecer casi en el borde de su sunga, en el preciso lugar donde estaba su glande. La mancha aumentó de tamaño y comenzó a brillar mientras una substancia gelatinosa traspasaba el fino tejido y brillaba bajo los efectos de la luz.


    74. Casi inconscientemente mi dedo se posó sobre la reluciente gota y luego de humedecido, lo llevé a mis labios. El dulce gusto erótico me proporcionó un nuevo elemento de excitación, si es que eso era posible.


    75. Germán, con la respiración entrecortada y entre dientes, me pedía que lo chupara. Sin dudarlo ni un momento, comencé a bajarle su diminuta vestimenta. Una frondosa mata de vellos púbicos aparecía frente a mis ojos mientras su grueso miembro oponía resistencia para no ser arrastrado por deslizar su sunga hacia abajo.


    76. Cuando su polla se liberó, saltó con gran fuerza hasta golpear con su abdómen en tanto que una nueva gota del erótico líquido que su miembro segregaba saltó sobre su pecho. Mi boca se apresuró a recogerla y comencé a besarle el prominente tórax cubierto con un fino y abundante vello que transmitía toda la electricidad interna que mi amigo tenía.


    77. Continué besándolo y acariciando su pecho por unos momentos hasta que inicié el camino hacia su polla. Fui pasando por su firme abdómen y al llegar a la altura de su ombligo, me enfrenté con la brillante cabeza de su órgano, enorme y tentadora a pocos centímetros de mi boca. Era imposible frenar el deseo de ponérmela entre mis labios y sin esperar más, así lo hice.


    78. Mi lengua la rodeó calmando apenas levemente mi ardiente deseo sexual. Tuve que abrir mucho mi boca para que el tremendo miembro se alojase dentro de ella. Lentamente empezó a deslizarse hacia adentro casi hasta tocar mi garganta. La frialdad de mis dedos, ahora, se había transformado en fuego, un fuego que me encendía todo el cuerpo.
Germán movía sus caderas hacia arriba y hacia abajo haciendo que su órgano entrase y saliese de mi boca a un ritmo alucinante y que su glande golpease contra mi garganta haciéndome, en varias oportunidades atorarme.


    79. El placer era enorme. Mis manos recorrían sus gruesos muslos totalmente cubierto de vellos y mi cuerpo se fue colocando sobre el de Germán como si formasen una única pieza. No me di cuenta en el momento que me sacó mi ropa pero sí me sorprendí cuando sentí el aliento caliente y excitado de mi amigo cerca de mi órgano y, a seguir, la humedad de sus labios y su lengua, envolverlo pasionalmente. Mis caderas se movían sobre su rostro al mismo tiempo que la suya empujaba su pene dentro de mi boca.


    80. Mis manos separaron sus piernas un poco más de lo que estaban en tanto que mis dedos continuaban recorriendo sus muslos y sus voluminosos testículos. Germán dobló sus piernas, dejando mi cabeza aprisionada entre ellas. Mis manos se apoderaron, entonces, de sus nalgas redondas y firmes, mientras mis dedos buscaban abrirse camino entre ellas para encontrar su ano.


    81. El erotismo del momento aumentó más aún cuando conseguí que uno de mis dedos alcanzase su apretado orificio. Traté de introducírselo pero por lo apretado que era no me fue posible. Dejé que su miembro escapase de mi boca y me deslicé por entre sus piernas sentándome en la cama para que mi lengua alcanzase su ano y se metiese dentro de él.


    82. Con la suavidad de mis toques y la humedad de mi saliva, la apretada entrada se fue relajando. Unos pocos minutos después, Germán giró sobre sí mismo, sentándose sobre mis piernas, de forma que mi miembro se apoyaba sobre sus testículos y su polla. Me pidió que lo penetrase e incorporándose, se agarró de mi cuello y se sentó sobre mi falda mientras sus piernas bien abiertas me abrazaban a la altura de mi cintura.


    83. En esta posición, pudo encontrar un punto de apoyo para levantarse un poco y dejar que mi rígido miembro se enderezase completamente. Germán fue bajando lentamente, con suaves movimientos hacia arriba y hacia abajo, mientras mi órgano se abría camino entre sus nalgas. Al principio parecía imposible que pudiese entrar, pero poco a poco se fue acomodando entre los gemidos de mi amigo hasta que en un cierto movimiento, fue succionado completamente hacia  adentro. La enorme sensación de placer que yo sentí, fue transmitida para mi amigo que substituyó sus quejidos por una sonrisa que le invadió el rostro totalmente. Sujetando sus nalgas, lo ayudaba para que realizase un balanceo de su cuerpo sobre mi miembro.


    84. El movimiento lento y cortado al principio, fue aumentando de ritmo paulatinamente hasta que llegó el momento en que no pudiendo aguantar más, eyaculé una y otra vez dentro del maravilloso cuerpo de mi amigo. Mientras tanto Germán que se masturbaba echaba su semen sobre mi pecho y rostro. Varios segundos transcurrieron desde el momento en que simultáneamente empezásemos a eyacular hasta el momento en que nuestros cuerpos se confundieron en un fortísimo abrazo que parecía no terminar más y que culminó con un demorado beso pasional mientras nuestras lenguas entablaban una lucha desenfrenada que inició una nueva sesión erótica.


    85. Desde ese momento nuestras vidas ha cambiado mucho.  Nuestra amistad se ha acentuado y cada vez son más frecuentes los momentos que buscamos para estar solamente nosotros dos compartiendo las mas disparatadas fantasías o largas horas de diálogos animados y divertidos.




 

 

 

Fin De La Historia

 

 
HUÉSPED INESPERADO
 

Written by:  Unknown

Illustrated by: Eduardo

3 comments:

Xersex said...

¡Simplemente magnífico!

Xersex & his blog

Scpcp said...

Certainement la meilleure illustration de toutes

The Gay Cartoons said...

Merci, Scpcp!

Très heureuse que vous ayez apprécié.

Un gran abrazo,
Eduardo